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Una cosa llevo a la otra y terminé, después de una breve cadena de reflexiones, haciendo una evaluación sobre el uso que le doy a mi dinero. Resulta que mi principal gasto es en educación, tanto la de mis hijos como la mía. Libros, colegiaturas, copias, útiles, tecnología. Después siguen los gastos de funcionamiento, como gasolina, mantenimiento, servicios. El siguiente gasto es diversión con mi familia. Películas, comidas fuera y chucherías. Y así hasta llegar al rubro en el que menos gasto, ropa para mi.
Y es que me resulta complicado atender este ultimo apartado. Con recursos limitados, me veo obligado a elegir entre un libro de Ken Follet y ese par de zapatos que exhiben en el local que está a la par de la librería. No lo dudo ni un instante, siempre prefiero esas hojas de papel con manchas negras.
Por fortuna conozco mi pasión y puedo realizarme viviendola.
Muchas horas de desvelo le he dedicado a buscar la justificación a esta fugaz existencia y, no se si temprano o tarde, llegué a relacionarla con la realización de los sueños motivados por mi pasión mas profunda, mi gusto por el conocimiento y por compartirlo.
Ya no importa mas si mi segura muerte llega pronto o tarde, solo espero que me sorprenda con un libro en la mano o sosteniendo una discusión honesta con alguien que no comparta mis ideas. Bueno, y si ese alguien es uno de mis hijos... valdrá la pena haber vivido.
1 comentario:
Pero si busca comodidad no hay como los zapatos viejitos, mejor si fueran los últimos italianos que tanto extraño...
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