martes, 22 de febrero de 2011

Chamusca


...no existe ningun trabajo despreciable, sino tan sólo personas despreciables a quienes no les interesa hacerlo.
La rebelión de Atlas
Ayn Rand

En alguna parte, apunta Umberto Eco que todas las civilizaciones han reservado unos días del año para el juego, son dias de libertad a los que llamamos carnaval. Pero para que el carnaval sea bueno y hermoso debe ser corto.

Vivir esperando que suene el timbre del recreo, nos hace perder de vista el propósito de asistir a un centro de estudios. Mantener la vista fija en el reloj que marca la hora de salida del trabajo, nos impide realizarnos productivamente, el trabajo es mas que el medio para llevar pan a mi mesa, es la oportunidad de sentirme útil, de ser útil. En el trabajo puedo aprender, crear, puedo sembrar la semilla de una autoestima sana basada en mis logros personales.

Si solo vivo para la hora de recreo o para el fin de semana desperdicio horas vitales de mi vida. Tengo conocidos que se visten como futbolistas, se cortan el pelo para lucirlo en la chamusca del fin de semana, viven leyendo revistas de deportes y viendo repeticiones repetidas de partidos antiguos. Ellos existen de carnaval en carnaval, de chamusca en chamusca y se olvidan de vivir intensamente cada instante que está al margen de la fiesta.

Esperar la hora de salida o el fin de semana para dedicarnos a vivir significa renunciar a la mayor parte del tiempo del que disponemos. Arjona canta que "el cabrón del calendario no te hace jamás ningún favor" y si al final del camino nos sorprendemos lloriqueando por el tiempo que perdimos esperando nuestro turno de vivir, recordemos que la responsabilidad fue solo nuestra.

martes, 15 de febrero de 2011

Llorones


Cada vez que he celebrado el nacimiento de un hijo, lo he celebrado llorando. Llorando largamente de alegría. Que rico. De recordarme me dan ganas de repetirlo.
Cuando he tenido un amargo disgusto, también he llorado. Me ha servido de desahogo, muchas veces ha calmado la sensación de impotencia por no poder cambiar las cosas.
Un dolor, un susto. Lloro y después olvido. No son lágrimas de cobarde, son lágrimas que buscan un alivio, porque necesito seguir adelante y ese peso me impide avanzar.
No entiendo por qué la civilización machista condena las lagrimas varoniles.
Son naturales y la mayor parte ellas son muy sinceras.
Se que no debo generalizar, pero cuando veo llorar a una mujer desconfío porque no se que le pasa.
No se si su llanto es real o no lo es.
Pero las lágrimas de un hombre, no las lágrimas de un mequetrefe, me conmueven. Tal ves porque son menos frecuentes que las de las mujeres, tal vez porque cuando un hombre llora lo hace a pesar de la sociedad que lo condena.

miércoles, 9 de febrero de 2011

Aperto libro


Historia del marqués de Lantenac en El noventa y tres. La nave de los vandeanos navega en medio de la tempestad frente a las costas bretonas, de repente un cañón se suelta del palanquín y mientras la nave escora y cabecea inicia una loca carrera de un costado a otro y, ya que es una bestia enorme, amenaza con cargarse babor y estribor. Un artillero (ay, el mismo por cuya incuria el cañón no estaba debidamente amarrado), con coraje sin igual, en la mano una cadena, se arroja casi debajo de la bestia, que está por aplastarle, y la detiene, la amarra, vuelve a meterla en su pesebre, y salva la nave, a la tripulación, a la misión. Con sublime liturgia, el terrible Lantenac hace formar a los hombres en cubierta, alaba al valiente, se quita del cuello una importante condecoración, se la impone, le abraza, mientras la tripulación lanza al cielo sus hurras.

Después Lantenac, adamantino, recuerda que él, el condecorado, es el responsable del accidente, y ordena que lo fusilen.

¡Esplendido Lantenac, virtuoso, justo e incorruptible!


El pendulo de Foucault

Umberto Eco

martes, 8 de febrero de 2011

Maistro!!!


En mi larga carrera de estudiante, una carrera que aún sigue y no le veo fin, he tenido la oportunidad de compartir el aula con tres clases de maestros: los maestritos, los maestros y los maestrísimos.
El maestrito es aquel minúsculo ente que se enfrenta a un grupo de alumnos sin saber cual es su propósito. Es casi imposible de olvidar por malo y, quizá lo peor de él, trata de compensar la ausencia de transmisión de conocimiento atendiendo detalles de forma. Es aquel que se dedica a verificar asistencia la primera hora de clase, la segunda hora revisa el uniforme y limpieza. No permite la participación, mucho menos los cuestionamientos. Lo mas incomodo para él es que no puede ocultar su ignorancia. Lo mas triste para el alumno es que debido al autoritarismo malintencionado del maestrito, solo acumula frustración y rabia.

El maestro es simplemente un promedio, ni malo, ni bueno. Simplemente inodoro, indoloro y transparente. No aporta, pero tampoco fastidia. Complaciente, quizá; trascendente, jamás. Tal vez sea menos ignorante que el maestrito pero no por mucho, pues lo mas que sabe es un guión de memoria. Me atrevo a asegurar que es a quién mas temo, porque su visión promedio de la vida no motiva, pero tampoco incomoda. Es un caebien sin mayor importancia.

Sólo me resta mencionar al último, el maestrísimo. Este especimen no puede ocultar su vocación y está consiente que una vela no pierde nada de su fulgor por compartir su luz con otras mil velas. Puede ser que no sea tan escazo como parece, pero permanece relegado al anonimato por un sistema diseñado para castigar el error y no para premiar y estimular el mérito. Fomenta el debate, trata constantemente de validar sus ideas. Reconoce sus errores rápidamente, sin falsas excusas. Le da renombre a su cátedra, como Aristóteles le dio relumbre a la propia. Es sabio ya que en todo momento busca la conexión del conocimiento que transmite con la realidad.Es generoso, irreverente y desafiante. He tenido la enorme dicha de estar en contacto con varios maestrísimos que han marcado y siguen marcando mi vida, algunos solamente mediante sus textos.

El maestrito da lástima, el maestro olvidarlo no cuesta y el maestrísimo inspira.

La zoología de los alumnos es mucho mas extensa de explicar y es material para otro post.

Soy, en gran medida, producto de la influencia de los tres tipos de maestros. Y tu?