jueves, 30 de julio de 2009

Chantajes y privilegios

A algunos nos conmueven el dolor y la pobreza y de eso se valen algunos para meter la mano en nuestro bolsillo con toda aprobación. Me refiero a esos personajes que aparecen casi en cada esquina de la ciudad luciendo sus limitaciones, reales o fingidas, pero también hago referencia a las entidades altruistas que velan por apoyar al ser humano en su dolor y limitaciones.

La pobreza conmueve y no se puede evitar la reflexión al respecto de su origen y causas. En nuestro caso particular, como nación, es evidente que, mucha de la pobreza existente, tiene sus orígenes en la conquista, y a que desde entonces se distribuyeron privilegios que favorecieron a unos pocos, incluidos los conquistadores y la iglesia católica, en detrimento de una gran mayoría de nativos, principalmente.

El establecimiento de ese sistema de privilegios actualmente es sujeto de múltiples análisis y posturas que pretenden revertirlo.

Pero ¿cómo revertir las consecuencias de una historia donde los culpables ya no existen?, ¿será que es castigando a sus supuestos descendientes como se logrará resolver los problemas de pobreza y dolor?

Lo peor de todo es que las múltiples posturas que pretenden resolver esta situación tienen una sola propuesta, establecer otro sistema de privilegios. Un sistema de privilegios que favorezca a los desposeídos en detrimento de los supuestos beneficiados con el sistema impuesto durante la conquista. La exigencia es enérgica, con bloqueos a carreteras, invasiones a fincas y otras medidas violentas y desesperadas.

¿Será que esta es la solución?, ¿será que la iglesia católica tiene autoridad moral para alentar esta posición?

¿Debemos aceptar el chantaje moral para establecer un nuevo sistema de privilegios?

martes, 21 de julio de 2009

Martillar con el corazón

Don Manuel es el mecánico que repara los vehículos de mi familia, su apariencia no se diferencia de la del resto de mecánicos que conozco; pero si marca una diferencia la pasión y vocación con que vive su trabajo. Es impresionante verlo trabajar, el detalle con que revisa cada pieza, el orden mental con que desarma y rearma los vehículos que repara. Conversar con él, es un valor agregado al servicio que presta, se desplaza hablando de Alfred Adler y sus teorías con tanta facilidad como detecta el “fallón” del motor con solo aplicar el oído.
Es un tipo como cualquiera, sin nada de común, ni de corriente, y se diferencia del montón por la pasión con se dedica a su trabajo, pasión que se evidencia, con mas acento, en la calidad de los resultados que obtiene y la consiguiente confianza de sus fieles clientes.
Contrario al servicio de mi buen amigo el mecánico, recuerdo la atención que nos proporcionó una nutricionista cuando, con preocupación de padres primerizos, llevamos a mi hija mayor a consulta para verificar su peso y salud. Con premura y delegando en su secretaria la labor de evaluación nos mal atendió e invitó a jamás regresar a su consultorio. Evidenció que carecía de interés y pasión por realizar bien su trabajo. Un bonito consultorio y equipo sofisticado eran sus únicas posesiones, ignoro si le bastaron para mantener una clientela pues nunca mas supe, ni quise saber, de ella y del exagerado cobro que nos hizo.
La pasión con la que enfrentan su vida es la diferencia entre uno y otro, no la educación formal universitaria o el capital invertido en decorar el negocio. Es la misma pasión que a unos los conduce a ser intrépidos aventureros, al poeta a escribir los mas bonitos versos o a la madre a cuidar a sus hijos, en la intimidad del hogar, con el mas sentido amor.
La pasión es una marca que se lleva en la frente para que todos la vean; se aplican a todo o a nada de lo que se hace. Nos identificamos por nuestra pasión o por nuestra falta de ella e imprimimos este sello en nuestras conversaciones, en nuestro trabajo y en nuestra forma de amar.
Esa pasión provoca reacciones, deseadas algunas y otras no, pero desapercibida no podrá pasar.
El apasionado, es aquel que cuando de meter un clavo se trata, usa el corazón para martillarlo si es necesario, la actividad mas banal es excusa para lucir su interés por completar un trabajo con impresionantes resultados.
La pasión debe estar limitada por la razón, para convertirse en una razón apasionada que busque propósitos nobles sin menoscabar el bienestar de nadie y buscar el beneficio común.
En todos lados encontramos apasionados e indiferentes y hay profesiones para todos. Será difícil encontrar un burócrata apasionado por su trabajo y será también difícil encontrar a un empresario indiferente.
El apasionado es un soñador nato, sueña con la hermosa dama que comparte su asiento en el transporte público, sueña construyendo castillos en el aire que posteriormente se afana por hacer realidad.
El mundo de hoy y el de mañana es de quienes hacen de soñar un hábito y de la pasión una forma de vida.

miércoles, 15 de julio de 2009

Sueños




¿Y si...

este tipo no hubiese tenido sueños?


¿Y si...

...no hubiese seguido sus sueños?

Seguramente muchos de sus alumnos ya lo hubiesen olvidado y estaría esperando ansioso el día de su jubilación, para empezar a disfrutar con alegría su pensión.

Si este hombre no hubiera tenido el valor de abandonarlo todo para buscar la realización de sus sueños y si este mortal solo hubiera perseguido la fama, el poder y la fortuna; lo que nos habríamos perdido los que buscamos inspiración para, simplemente, abandonar la cama todas las mañanas.

miércoles, 8 de julio de 2009

Heroe desaparecido

En un lugar del centro de las Américas, de cuyo nombre no quiero acordarme, no ha mucho tiempo que vivía un héroe, unos de esos que te encuentras a cada esquina pero que no reconoces. Vivía digo, porque ya no lo hace mas; para perjuicio de sus prójimos.


Dirigía con éxito una pequeña empresa, aunque no creo que existan las empresas pequeñas, que le daba empleo a diez obreros y surtía de obras de arte a los hogares de su ciudad, pues fabricaba de forma artesanal puertas, portones y balcones de metal de acuerdo a las particulares necesidades de cada cliente.


¿Héroe?, se preguntaran, ¿héroe, por qué héroe?. Si sólo era un pequeño capitalista, herrero de profesión. Es un héroe, bueno “era un héroe”, porque era un sujeto que practicaba la virtud, que cumplía con su deber a pesar de las circunstancias.


Al reflexionar brevemente sobre su desempeño en la vida nos podemos dar cuenta de su multiplicidad de virtudes. No obligaba a nadie a sacrificarse por él, ya que era responsable de su propio sustento sin arrebatárselo a nadie, subsistía en el mercado gracias a la práctica de las virtudes de la disciplina, honradez, perseverancia.


Era un estudioso de los materiales y de las técnicas, cumplía sus obligaciones con sus empleados, familia, proveedores y clientes en un entorno que se lo dificultaba.


Repentinamente, desapareció. No se despidió de nadie, ni su familia pudo averiguar su paradero. Un día de tantos, sus empleados recibieron su paga completa, sus proveedores recibieron la cancelación de sus adeudos y los clientes vieron concluidos sus encargos. Y se fue.


Faltando él, faltó el alma de aquella gran familia que era su empresa. Todo la herencia de su trabajo se repartió sin ganancia. No existe ningún registro de las perdidas porque no se pueden, ni podrán, cuantificar. Se cerró el taller, se perdieron los clientes, dispersáronse los obreros. Unos dejaron el país con rumbo al norte y otros dejaron el oficio. Todos los hilos atados por el héroe se enredaron y se rompieron.


Muchas razones, muchos motivos quebraron por fin la voluntad de nuestro héroe. La decepción provocada por una familia que nunca supo valorar su esfuerzo, la envidia de quienes nunca pudieron lo que él si pudo, el castigo que los gobernantes imponen a los exitosos con mas impuestos.

sábado, 4 de julio de 2009

La vida

Lecturas citables:

A veces una batalla perdida es un progreso conquistado. Cuanta menos gloria, más libertad. El tambor calla, y la razón toma la palabra. Es el juego del gana pierde.

Leído en: Los Miserables, Victor Hugo.