Para educar a los hijos no es necesario establecer castigos extremos. Es necesario establecer el castigo y determinar claramente la o las causas que pueden derivar en castigo y cumplirlo.
El problema es que vivimos en una sociedad donde todo es negociable.
Pregúntele a cualquier chapín, ¿cree usted que todo es negociable?, ya hice la prueba con varios y la respuesta fue "si o ...
... podemos negociar?"
Al ministerio de educación se le ocurrió implantar los exámenes remediales, entiéndase por esto que si un estudiante perdió un curso, es posible recuperar la nota sometiéndose a un examen para negociar el punteo por uno nuevo. Esta actitud va a tener consecuencias negativas.
La mentalidad de "tengo que estudiar porque si no pierdo" va a cambiar por "no importa estudiar porque me lo pueden resolver de otra manera los demás".
En los juzgados lucen mas preocupados por ofrecerle alternativas de redención a los delincuentes que por la aplicación pronta del castigo.
El mensaje de esta acción de la justicia es preocupante por las consecuencias de corto y de largo plazo: "En Guatemala es posible cometer delitos y no recibir castigo, entonces vamos a cometer delitos porque el crimen si paga".
Que triste situación la de la justicia, que malo el ejemplo que le damos a nuestras generaciones jovenes. Que poca esperanza.
El delincuente es responsable por sus actos, porque los realizó de manera consciente y deliberada y con ellos afectó a otras personas; el eligió actuar de esa manera aún cuando la ley se lo prohibía y de antemano sabía que era sujeto de castigo, entonces, a cumplir el castigo, así sea este la pena de muerte.
Ese es el único camino que tenemos para salir de esta situación de inseguridad que estamos viviendo.
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