No hay nada en este mundo que me obligue a amar a mi madre.
Nada tiene que ver el hecho de habitar su cálido vientre durante nueve meses, ni la obligación popular de amar a quién me dio la vida.
Sencillamente, no acepto la imposición social de amar.
Amo, con pasión y sin medida, a esa menuda mujer por la generosidad con que me cuido desde pequeño.
La admiro por su lucha y entrega desde que el esposo la abandonó con su único hijo.
Por la permanente pasión que le pone a lo que hace.
Por su ineludible ejemplo.
Por eso, y por un enorme mar de cosas mas, por eso la amo. Porque merece ser amada. Y no por la fecha o por respetar la tradición.
5 comentarios:
No hay argumento que pueda debatir tu punto.
Dichoso el ser humano que puede amar a personas que son dignas de ello.
Saludos
Me gustó
Coinsido con omarvelz; tu punto es indiscutible, lejos de eso, ¡muy admirable!
Saludos
como siempre don Aroldo.. excelente !!
Bendiciones..!
Albbita
Amén!!
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