Verónica, se llamaba.
Era una hermosa jovencita que recién empezaba a vivir. La candidez de su mirada, revelaba que ni siquiera un primer beso había interrumpido su infancia. Sus tiernas formas denunciaban a la agraciada mujer en la que pronto se convertiría.
Temprano la veía pasar con el bolso al hombro y abrazando sus libros con toda la ternura de un primer amor. A pesar de la austeridad del uniforme escolar, atraía y cautivaba la mirada de todos, hombres y mujeres que se regocijaban ante su incipiente belleza.
Casualmente, por coincidencias de la vida, llegamos a tener alguna amistad. A pesar, o gracias a la diferencia de edad, continuamente le expresaba respetuosos piropos y celebraba sus naturales encantos, que tímidamente agradecía con una sonrisa.
Muy a menudo coincidíamos en nuestro trayecto hacia la parada de bus y aprovechábamos para conversar por algunos minutos hasta que un día, me solicitó que ya no me acercara mas a ella y que ya no le dirigiera la palabra. De inmediato se alejó de mi y no pude solicitarle mas explicaciones.
Durante las siguientes tres semanas no tuve oportunidad de verla y mi duda por su actitud se acrecentaba. Llegué a creer en la posibilidad de haber dicho algo impropio que la hubiese ofendido y esperaba, algo ansioso, la oportunidad de aclarar el entuerto.
Una mañana se presentó la ocasión. A pesar de su esfuerzo por evitarme, logré alcanzarla.
Hola Verónica – le dije – estos últimos días he deseado verla para disculparme. Usted sabe que uno de viejo a veces es imprudente y puede mostrar cosas que no coinciden con sus reales intereses. Si mis atenciones…
No se preocupe Don Agusto- me interrumpió -. Las intenciones que se confunden son las mías. Deseo que se aleje de mi por su bienestar, por favor no me pida mas explicaciones.
Disculpe que insista, pero ¿por mi bienestar?.
Si, así es. Bueno, esteeee mire…
… un marero me obligó a convertirme en su mujer. Me amenazó con que si yo no aceptaba me violarían todos los miembros su mara, y que mis hermanas y mi mamá pasarían por la misma situación. Además, me tiene prohibido hacer amistades, a menos que él las autorice.
Esto sucedió hace tres años.
Hace una semana, nuevamente me encontré a Verónica.
Tal parece que todo el tiempo y dolor del mundo pasó por ella. Su vientre abultado, las cicatrices de su rostro, su desanimo al caminar dicen mucho del calvario que le ha tocado vivir.
Pero su mirada, su mirada lo cuenta todo.
La tristeza de sus ojos me contó de los abortos, de las golpizas, de las humillaciones. Me reveló su rencor contra un gobierno que solo se ocupa de emitir leyes que nadie puede cumplir, por enredadas y arbitrarias, ni nadie está interesado en hacer cumplir.
Hoy por la mañana, la foto de su cadaver ilustraba la portada de un diario. Parece que optó por el único camino que la vida le dejaba y terminó voluntariamente con todos sus sufrimientos.
1 comentario:
Es muy bonita por cierta parte pero por que la mara y más ...
Tu Hija QUERIDA
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