martes, 26 de enero de 2010

Racismo

La juventud de Lady Ixquiac transcurrió agobiada por la confusión provocada por una serie de contradicciones en las tradiciones culturales de la sociedad donde creció que, aún de adulta, le ha costado comprender.

Nació en las afueras de la ciudad de Quetzaltenango en la época en que las empedradas calles no parecían tan estrechas, ni su tejido se había extendido hasta la campiña cercana al centro de la ciudad. Hija de un indígena comerciante de zapatos, que distribuía su producto en toda la costa sur del país, y de una costeña que su padre conoció durante uno de sus viajes de negocios, disfrutó desde pequeña de una vida muy cómoda, gracias a la bonanza en los negocios de sus progenitores, pues la madre poseía dos zapaterías que había fundado cuando se mudó de residencia.

Aún cuando sus padres carecían de educación formal, siempre se esmeraron en la educación de Lady, pagándole los mejores y más prestigiosos colegios de la localidad; con el propósito de integrarla a una sociedad marcada por una clara división racial.

De pequeña creció en la misma casa de sus abuelos, a donde se mudó su madre, recién casada con su padre. Le pareció muy natural tener una familia muy grande hasta que concluyó la primaria y se dio cuenta que en la casa de sus amigos ladinos solo vivían los padres y hermanos de ellos.
Siendo muy pequeña lloró amargamente el día que sus compañeras organizaron una fiesta y la ignoraron. Es mas, tuvieron el cuidado de evitar que se enterara; pero no pudieron evitar los comentarios posteriores al evento.

Le intrigaba especialmente que durante las celebraciones de Semana Santa en unas procesiones solo participaran mujeres de vestido y en otra solo mujeres vistiendo el traje típico de la región.

Pero lo más difícil de sobrellevar eran las burlas de sus compañeros por su apellido. Jugaban con los sonidos hasta encontrar combinaciones que la hicieran pasar un mal rato.

Dividida entre dos mundos, en ninguno de ellos encajaba. Ni en el de su padre, ni en el de sus compañeros del colegio. El consuelo de unos pocos amigos impidió la completa desdicha.

Lady sufrió porque en su interior entendía que a las personas no se les juzga por el color de su piel o por la combinación de letras de sus apellidos sino por sus logros individuales.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Es muy bueno la que nos enseña

Anónimo dijo...

las personas, discriminan porque solo ven lo fisico, lo material, no se percatan que tenemos derechos y obligaciones.

Anónimo dijo...

la discriminacion es uno de los problemas que actualmente afronta nuestro pais por eso me parecio interesante ese articulo que escribio

M@riaJo dijo...

Q bueno esta para hacer conciencia, y es una realidad que se vive mucho en nuestro pais.