sábado, 26 de junio de 2010

Paraiso

Dio media vuelta y se fue.

Abandonó a la mujer que repetía por enésima vez los mismos reclamos, y a esos hijos que fueron suyos mientras les proveía comodidades.

Ignoró a la limosnera que le tendía la mano para arrebatarle una porción de su dinero, quién mentía diciendo que era para regalárselo a otros más necesitados.

Una pequeña mochila con dos libros del mismo autor, un manual de supervivencia, una sofisticada navaja suiza, una cuerda plástica, una manta y un pequeño corvo fueron todo el tesoro que se llevó. Renunciaba a quienes le impedían vivir, pero no a lo que siempre había valorado. Las ideas de su maestra y un mínimo apoyo de la ciencia lo acompañarían en su viaje.

El día que partió, se levantó muy temprano; por primera vez, sin ojeras. Las noches de desvelo e indecisión habían terminado y por fin el sueño estaba satisfecho. Se calzó las botas nuevas y cuidadosamente retiró las etiquetas de las prendas que utilizó.

Con su equipaje al hombro, empezó a caminar, sin volver la vista atrás, sin prisa. Paso a paso, se alejó de esa vida que no era suya y se entregó a vivir la propia. Hastiado de ser útil, sólo un número en la planilla de alguien más. Se adentró en el bosque, más allá de donde terminan los caminos y no hay huellas de la civilización.

Pasaron diez años en que la soledad le ayudó a olvidar. Y justo ahora que empezaba a perdonar, la paz de su paraíso se ve amenazada. En el fondo, sabía que no podía durar para siempre y, esta mañana, los extraños ruidos que lo despertaron, confirmaron sus temores. Ya no dormirá sin temor y tendrá que poner puertas a su choza. Sus amigos, los animales, no lo visitaran con libertad.

Tendrá que volver a cuidar su apariencia y demostrar que puede ser útil para los demás. Cuando lo encuentren, todo el mundo se mostrará sorprendido de encontrar a alguien que se alejó del mundo, llevando consigo lo que consideró mejor, y se dedicó a vivir para si mismo. Raro, inadaptado y quién sabe cuántos calificativos más le endilgarán. Pero lo más incomodo será cuando le reprochen su rechazo a la “felicidad de servir a los demás”.

Todo volverá a la normalidad. Todo.

Gracias a la construcción de esta infame carretera.




No hay comentarios: