...vi a Walter Plok, un alemancito que vino al país sin nada, pero eso sí, con una ambición bien definida, lo vi con su cara de osito polar inofensivo, lo vi cuando con un saco prestado y con un cuero envidiable comenzó a frecuentar las fiestas que daban los cafetaleros y las gentes bien, y como ya sabía a lo que venía se puso a enamorar a la Sarita Calderón, y así, de la noche a la mañana resultó marido de la hijita del dueño de un montoncito de fincas cafetaleras, y como ya sabía a lo que venía las hizo producir como la gente, y más rápido que despacio multiplicó la fortuna, y como ya sabía a lo que venía ahora es don Walter Plok, dueño de empresas industriales y directivo del consorcio de exportadores de café y qué pisados. Además es inteligente y trabajador, no como nosotros que no sabemos para dónde es que va la cosa, que nos dedicamos a pasarla más o menos...
Leído en Todos queremos de todo, de Víctor Munñoz
2 comentarios:
Oiga, yo he leído a ese maestro Muñoz, tiene chispa, sus novelas son bien divertidas.
Salú pue.
Johan Bush Walls
Cierto, sus novelas tienen chispa. Y es una lectura que atrapa.
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