Los podemos encontrar en muchas esquinas de la ciudad elaborando, esmeradamente, contradicciones. Contradicen a los semáforos, contradicen los intereses de los pilotos y, para mas fregar, contradicen los propósitos de su función, mantener fluida la circulación de vehículos.
Su prepotencia y arrogancia solo se ven superadas por su ignorancia. Incapaces de sostener una conversación, argumentada y racional, acuden al poder, al cinismo y grosería como único recurso para justificar las sanciones que arbitrariamente imponen.
La cantidad de recursos con los que presumen hace concluir que su negocio es bueno. Motos, vehículos, chumpas, botas, gorras, accesorios; todo de muy buena calidad y en abundancia.
Su utilidad es cuestionable pero, considerando la multiplicación de municipalidades que los adoptan, su rentabilidad esta fuera de duda.
El verde chillante los identifica y prefieren atacar en manada. La solidaridad entre su gremio es anecdótica y contrastada con la de otros grupos de servidores públicos, de envidiar.
Morenos, si por las horas exposición al medio o por naturaleza, no lo se. Pero todos muy envalentonados por la libreta que suelen cargar al cinto.
Si usted adivina a quienes me refiero, no tengo premio; pero si un consuelo. Como los puede reconocer, sabrá que medidas tomar para evitarlos.
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