lunes, 22 de septiembre de 2008

Optimismo

Para ser optimista no bastan las frases hechas y repetidas de memoria, como recetas de cocina. Ni basta con leer al autor motivacional de moda. Tampoco basta con oraciones al creador.
Para ser un optimista real es necesario contar con una fuerte autoestima, una mente racional entrenada para comprender la realidad y una fuerte voluntad orientada a la acción y a la obtención de logros.
Las frases prefabricadas podrán ser muy bonitas pero si solo se usan, sin analizarlas e interiorizarlas previamente, pierden su sentido.
Los libros motivacionales de moda son productos diseñados por la mercadotecnia, orientados a las ventas y regularmente las ideas que presentan, son las mismas que otros autores publicaron previamente, maquilladas de diferente manera. No digo que todos sean malos, porque hay muy buenas obras de referencia, pero debiéramos ser muy cautelosos al invertir nuestro tiempo en la lectura de dichos libros.
Con las oraciones a Dios me preocupa que se eleven de una manera insensata y que eviten la acción. Son insensatas cuando no son coherentes con la realidad. Por ejemplo; "Dios mio, que le ganemos a la selección de Trinidad y Tobago" o "primero Dios le gano el negocio a mi competencia"; ¿es que los otros no son tan hijos de Dios como nosotros?. ¿Por qué tendría Dios que tener preferencia por nosotros?. Por otro lado, pensar que con la oración basta nos puede llevar a una situación de inacción. "Bueno, como ya hice mi oración, ahora me siento a esperar."
Un real optimista a evaluado sus capacidades reales, se conoce a si mismo y se valora. Cree en que es merecedor, que vale. Pero no se engaña. Su autoestima se deriva de la creencia que sus recompensas serán el producto directo de sus logros y que por lo tanto se ha hecho merecedor, con sus acciones, de ese premio.
Somos unos seres bendecidos con inteligencia y libertad. Esa bendición nos hace responsables directos de todas nuestras creencias y acciones. Si sometemos nuestras acciones a nuestra voluntad y nuestra voluntad la sujetamos a la reflexión racional, entonces tendremos sobradas razones para ser optimistas, porque estaremos utilizando nuestros mejores talentos para el logro de nuestros propósitos.

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