viernes, 29 de agosto de 2008

Consejos y consejeros

La comodidad y bienestar que disfrutamos actualmente se debe, en gran medida, a la posibilidad de aprovechar el conocimiento acumulado por la humanidad. Gracias a los aportes individuales de muchos personajes a lo largo de la historia hoy un ciudadano medio tiene la oportunidad de resolver problemas insolubles para un poderoso rey de la antiguedad. Un simple dolor de cabeza, un importante mensaje para alguien ubicado al otro lado del mundo, para nosotros es sencillo resolverlo.
Dependemos, por tanto, de nuestra vida en sociedad y es prudente acudir al consejo de nuestros semejantes para resolver las disyuntivas que la existencia nos presenta. De esa forma aprovechamos la experiencia acumulada por otra persona y es posible que aumentemos la posibilidad de éxito en nuestros emprendimientos y solución de problemas.
El asunto es que la elección de la persona a quien vamos a solicitar consejo debe estar sujeta a un criterio racional muy cuidadoso. Si deseo comprar un vehículo, seguramente un vendedor de vehículos no es la persona indicada, como tampoco es la persona indicada para aconsejarme acerca de finanzas el asesor de inversiones de un banco.
Asimismo, el vecino que es distribuidor de medicinas naturales no es la mejor opción para consultarle mis problemas de salud. Los mismos médicos resultan ser agentes vendedores de los menjurjes que fabrican y distribuyen los laboratorios farmaceuticos.
Buscar consejo, es muy inteligente. Pero calificar a mi consejero con criterios objetivos, es sabio. Si necesito un consejo financiero, buscaré a alguien que tenga éxito financiero. Si necesito un consejo de salud, acudiré a un experto para obtener su opinión. Al final depende de mi elegir la que considero la mejor opción, porque no puedo evadir la responsabilidad individual de mis decisiones.
En estos tiempos de la "sobre-comunicación" los consejeros abundan en los medios masivos de comunicación y me estoy volviendo muy celoso en cuanto a su credibilidad porque me he dado cuenta que sus intenciones no siempre son las mejores debido a que están condicionadas por el criterio de los mercaderes patrocinantes.

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